La IA y los robots penetran en los cuidados a personas mayores
La inversión de la pirámide de las edades, con cada vez más personas mayores dependientes en relación con la clase activa, sin duda ejercerá una presión creciente por automatizar —y, por ende, deshumanizar— la atención brindada a este público.
El problema es que lo que necesitan de verdad las personas mayores, al igual que los niños, es contacto con otras personas. La mera presencia humana es un elemento ineludible en la atención integral a la tercera edad: hasta los cuidados más triviales constituyen una oportunidad para interactuar.
El despliegue de los robots en las residencias de mayores o en los cuidados a domicilio será paulatino, de tal modo que primero se hablará de experimentos o proyectos piloto, "siempre de la mano de los profesionales". Predominarán la sorpresa y la fascinación por la novedad.
Pasada esta fase, si sucede lo mismo que en otros campos, es previsible que estos robots dispongan de una mayor autonomía y en algunos casos se conviertan en el principal interlocutor de las personas mayores más aisladas.
Como ya sucede con los adolescentes, aunque de forma muy distinta, es probable que nazca una espiral en la que estos dispositivos provoquen ensimismamiento.
La IA y los robots traen consigo una incuestionable eficiencia pero no podemos pasar rápidamente por las cuestiones éticas que plantea su despliegue:
¿Ganaremos sustituyendo las interacciones entre humanos por interacciones entre máquinas y humanos?
Artículo referencia, aquí.
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