Crítica del transhumanismo

El transhumanismo es un movimiento que milita a favor de una fusión entre la máquina y el ser humano, con el supuesto objetivo de que este último escape a sus límites físicos, intelectuales e incluso ontológicos que le caracterizan – desde el sueño hasta la muerte, pasando por su reducida capacidad de cálculo o la fragilidad de su cuerpo. Como sucede en el caso de la mayoría de las ideologías, el transhumanismo presenta como un movimiento natural e inevitable lo que en realidad se basa en una apuesta y en unos supuestos muy especiales, los cuales otros podrían decir que conducirían a un ser humano más reducido que aumentado.

La filosofía transhumanista cuenta con numerosos apoyos en el sector tecnológico –en especial en empresas como Google, que empleó medios considerables para hacerla progresar– pero es denunciada por numerosos intelectuales. A menudo, sin embargo, aunque yo sea sensible a algunas de ellas, estas críticas parecen más “poéticas” que racionales. Por ejemplo, el gran escritor francés Sylvain Tesson se refirió al transhumanismo diciendo: “Filosóficamente, es una aberración, que obvia el hecho que la belleza de la vida vale por su fragilidad. Lo que resulta bello, es que la vida es como una burbuja de jabón.” Este tipo de comentario transmite la impresión de una especie de “nostalgia” del ser humano tal y como lo conocemos ahora sin sostenerse en argumentos sólidos y convincentes. Por esto resumo aquí en cinco puntos los fallos del transhumanismo:

1.    Desigualdades inaguantables o uniformización total

El ser humano se vería absorbido en una carrera sin pausas hacia la optimización de su cuerpo y mente, la cual llevaría o (a) hacia desigualdades abismales entre los seres aumentados y los demás – que se quedarían como chimpancés frente a los primeros – o (b) a una uniformización total de la humanidad que en su totalidad funcionaría basada en el mismo sistema operativo, sacrificando todo tipo de diversidad.

2.    Mercantilización del ser humano

Componentes de nuestro cuerpo y de nuestro cerebro se convertirían en piezas de recambio o en software producidos y comercializados por empresas –sin duda muy concentradas, a semejanza del mundo digital actual – las cuales adquirirían un poder sin límites sobre nosotros. El ser humano viviría a la espera incesante de la siguiente actualización como ya lo hace con su iPhone, anticipando siempre su obsolescencia próxima.

3.    Vulnerabilidad e incapacidad de desconectarse

El humano-máquina, 100% conectado y dependiente de la tecnología para funcionar, no tendría ningún medio para apretar sobre el botón Off para reencontrarse consigo mismo. Perdería toda distancia, sería totalmente transparente y su cerebro conectado sería vulnerable, “hackeable” por entidades exteriores. ¿Qué pasaría por ejemplo con el ser transhumano en caso de apagón generalizado?

4.    Rendimiento vs. felicidad

El transhumanismo se apoya en la idea según la cual viviríamos mejor si nos deshicieramos de cualquier límite para convertirnos en seres de altísimo rendimiento (los indicadores como el cociente intelectual son omnipresentes en el discurso transhumanista, que suele ignorar los distintos tipos de inteligencia). Si es que se plantea la cuestión de la felicidad, parece que esta podría ser tratada a base de hormonas, y es considerada como un problema meramente técnico. Esta visión simplista y reductora se aleja de la que considera la felicidad como un sentimiento de realización, fundamentado en la creencia de que su vida tiene un sentido y que merece la pena de ser vivida.

5.    Una apuesta arriesgada, unilateral y arrogante

El transhumanismo plantea de forma extrema la cuestión del poder del ser humano sobre la naturaleza. ¿Es aceptable jugar al aprendiz de brujo con la condición humana, fruto de millones de años de evolución, con el objetivo de cambiarla en unos pocos años? Hacer bricolaje con el cuerpo y el cerebro humano para multiplicar su rendimiento podría tener consecuencias descontroladas que se impondrían a toda la humanidad, obligando a que todos se aumenten si no quieren quedarse atrás.

Para una reflexión más profundizada sobre esta cuestión, os invito a consultar el capítulo “Adoctrinados” de mi libro Anestesiados, en el cual analizo de manera más amplia la ideología “solucionista” que domina actualmente el sector tecnológico.

Para concluir, tenemos que mencionar que el transhumanismo se apoya también en muchos presupuestos técnicos, que numerosos científicos cuestionan. No queda tan claro que resulte técnicamente posible realizar todo lo que los transhumanistas describen como algo que sucederá dentro de unos años (Ray Kurzweil, uno de los más famosos, predijo que la “singularidad”, el punto en el que la IA superará al ser humano, tendría lugar en 2033).

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