Prohibición de los móviles hasta los 16 años
Como coordinador del Programa de Atención a la Conducta Suicida del Menor del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, Francisco Villar atendía 250 episodios de conducta suicida en 2014.
En 2022 fueron 1.000.
Este psicólogo clínico cuenta cómo la proliferación de los smartphones debilita la facultad de adquirir estrategias y herramientas para hacer del mundo un lugar habitable.
Más allá de la multiplicación de casos de ciberacoso o del incremento de la humillación que supone la grabación y difusión de agresiones sexuales, ha observado cómo, de forma más insidiosa, aumenta el sentido de vacío y de pasividad ante el mundo de la generación Z.
Los estudios científicos que cita (los cuales he comentado en varias ocasiones) ponen en evidencia el auge exponencial de los síntomas depresivos en la última década y su correlación con el tiempo pasado delante de una pantalla. Pero no se trata de números fríos sino que coinciden con la percepción de un actor en el terreno.
¿Qué puede explicar la causalidad entre los smartphones y la generalización de esta pasividad y malestar? “La pantalla es una interferencia en el desarrollo de los propios recursos para tolerar la vida cotidiana”, argumenta Villar.
La tolerancia a la espera, la capacidad para disfrutar momentos cotidianos aparentemente insignificantes como el hecho de comer o de pasar tiempo con otra persona sin necesidad de que se produzca un “fuego artificial” son facultades que se aprenden y la omnipresencia de las pantallas no ayuda a transmitirlas.
Pero terminemos con una nota positiva ya que el objetivo es retomar el control:
el 80% de las guarderías en Cataluña detectó una correlación entre el neurodesarrollo de los niños y su sobreexposición a las pantallas… pero cuando los padres les quitan las pantallas, este mejora.
Existe una forma de prevenir el suicidio en la infancia y la adolescencia y no sería cara: “La mejor intervención, desde mi punto de vista, no es otra que la prohibición de los móviles hasta los 16 años, con una regulación de uso restrictiva entre los 16 y los 18. Un niño antes de los seis años no debería tener nunca acceso a una pantalla, y a partir de esa edad una exposición máxima de media hora diaria.”
La sociedad civil se moviliza. Existen grupos de padres que militan y se coordinan para que los menores no tengan acceso a un móvil cuando empiezan el instituto como en el grupo de Telegram 'Por una adolescencia libre de móvil' creado recientemente (artículo en comentarios). Es fundamental tener una acción colectiva porque la lucha individual es complicada.
Referencia artículo de El País: Hay que prohibir los móviles hasta los 16 años
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